por lo visto, el día de hoy no voy a poder ejercitar mis nuevos poderes, que consisten en no hacerme el loco. ante quién voy a hacerme el loco, pues, si no hay nadie en la casa. ya me bajé los dvds de lars von trier y ahorita estoy haciendo un download de "the complete nebraska sessions", un bootleg de bruce springsteen que si es la mitad de paja que el disco valdrá la pena. he recibido ayer un mail de carolina ("¿Existes? ¿Te va bien? Anda, di que sí.") que no tengo ni idea de cómo responder. debería enviarle un dibujito, escribir un cuento... me ha alegrado recibir su mail, pero es verdad que estoy un poco resentido con ella. y ella lo sabe, creo, aunque desconoce el motivo. yo también lo desconozco un poco. el invierno siempre me agarra de un modo raro, aquí, detrás del esternón... en fin, veamos qué aconseja mañana el pakatnamu, que lo escribe siempre el chiquillo que está de practicante en "somos" pero que es infalible.
"...¿Quieres que te confiese una cosa? Escribir es sólo apasionante como perspectiva, como proyecto, como necesidad. El ejercicio mismo, en cambio, es fatigante, atrozmente penoso. Es una especie de masturbación maniática, que se prolonga y lo devora a uno, lo aísla de todo, lo desrealiza. Te juro que por momentos tengo la impresión de dejar de vivir. Quisiera salir, tener toda clase de aventuras, tomar trenes, barcos, hacerme gángster, guerrillero, viajante de comercio, cualquier cosa que signifique un mínimo de riesgo y tránsito físico. La vida puramente intelectual es absurda y triste, sólo admirable en los otros. En otros tiempos, uno podía escribir estimulado por ciertos espejismos: la gloria, el dinero. He leído una maravillosa frase de Balzac: "los orígenes de mi vocación, de mis libros y de mi vida, son exclusivamente pecuniarios". Pero hoy día uno escribe casi sin esperanzas, para llenar ciertos vacíos y deficiencias, para desquitarse de algo anormal. ¿Quién puede creer ahora que una novela va a cambiar algo y si así fuera, qué mierda me importa si yo no seré jamás el beneficiado? Creo que la condición intelectual privilegiada es la del estricto lector. Vive y cuando quiere coge un libro, vuela un rato, lo cierra y regresa. A mí me jode horrores vivir volando, no quiero pasarme la vida como un cometa. Estoy irritado con mi vocación, sobre todo porque ya no hay marcha atrás posible, si no tuviera tiempo para escribir me sentiría desesperado. Pero pienso que hubiera sido mil veces preferible otra vocación, menos exclusiva y tiránica, más sociable y concreta. He estado leyendo las cartas de Flaubert y no hay nada más espeluznante ni conmovedor. Es horrible llevar una vida de trapista sin creer en el paraíso." (la carta no es mía, pero no importa.)