andaba un poco palteado, por eso de que no me escribían de la unesco. y si todo ha sido un error pensaba. hasta que finalmente les escribí y me dijeron que sí, que ya habían enviado por correo postal la carta indicándome que he recibido la beca. incluso he encontrado mi nombre en la página web, con lo cual todas mis dudas se han hecho diminutas, con tendencia a desaparecer. encuentro tan loco que me paguen para ir hasta allá... carolina me ha contactado con un amigo suyo, fotógrafo, que vive en francia y ha pasado varios años en la india. tendré que hacerle varias preguntas a él y a cierta persona que me ha contado que estuvo por allá el año pasado. me pregunto si diciembre será buena época para ir. me pregunto también si terminaré mi novela para entonces (mentira, no me lo pregunto porque ya sé cuál es la respuesta: no.)
fui el jueves pasado donde la voya. qué lástima, en verdad qué lástima no haber llevado la cámara, porque hubo un momento en que francesca, vanessa, nataly, tania y leonardo estaban mirando televisión sentados sobre la cama y a mí me hubiera gustado quedarme con esa imagen. era para hacerla en color. después estuvieron jugando al circo, y es uno de los juegos más bonitos que yo les haya visto hacer. francesca y nataly me hicieron un reclamo bastante serio antes: por qué había mencionado a tania en caretas y no a ellas dos, que también son primas mías. qué tal raza. yo no supe qué responder... dicen que tania le contó a su profesora que su nombre salía en una revista, y que anduvo muy feliz con eso. nunca se me hubiera ocurrido que algo así pasaría.
ya sé a quiénes voy a extrañar más cuando esté lejos.
"...¿Quieres que te confiese una cosa? Escribir es sólo apasionante como perspectiva, como proyecto, como necesidad. El ejercicio mismo, en cambio, es fatigante, atrozmente penoso. Es una especie de masturbación maniática, que se prolonga y lo devora a uno, lo aísla de todo, lo desrealiza. Te juro que por momentos tengo la impresión de dejar de vivir. Quisiera salir, tener toda clase de aventuras, tomar trenes, barcos, hacerme gángster, guerrillero, viajante de comercio, cualquier cosa que signifique un mínimo de riesgo y tránsito físico. La vida puramente intelectual es absurda y triste, sólo admirable en los otros. En otros tiempos, uno podía escribir estimulado por ciertos espejismos: la gloria, el dinero. He leído una maravillosa frase de Balzac: "los orígenes de mi vocación, de mis libros y de mi vida, son exclusivamente pecuniarios". Pero hoy día uno escribe casi sin esperanzas, para llenar ciertos vacíos y deficiencias, para desquitarse de algo anormal. ¿Quién puede creer ahora que una novela va a cambiar algo y si así fuera, qué mierda me importa si yo no seré jamás el beneficiado? Creo que la condición intelectual privilegiada es la del estricto lector. Vive y cuando quiere coge un libro, vuela un rato, lo cierra y regresa. A mí me jode horrores vivir volando, no quiero pasarme la vida como un cometa. Estoy irritado con mi vocación, sobre todo porque ya no hay marcha atrás posible, si no tuviera tiempo para escribir me sentiría desesperado. Pero pienso que hubiera sido mil veces preferible otra vocación, menos exclusiva y tiránica, más sociable y concreta. He estado leyendo las cartas de Flaubert y no hay nada más espeluznante ni conmovedor. Es horrible llevar una vida de trapista sin creer en el paraíso." (la carta no es mía, pero no importa.)