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Si yo tuviera un cabello como el tuyo, señorita. También pasaría mis horas como tú, oliéndolo, silenciosamente mientras escuchas una conjugación de verbos en français: je regarde, tu regardes: mientras te acomodas sobre el asiento duro de un salón de clases y tu falda empieza a adormilarse, gris encima de tus piernas. Mientras alguien te observa --mientras acercas a tu nariz el mechón de cabello que en tu mano... tu mano pequeña viajando hacia tu nariz allá arriba (¿ves cuán importante es dejarse largo el cabello, señorita: como aquellos rayos de sol que besan la ventana pero ansían tocar el piso. Como espuma que en silencio va a derramarse. Y así el viento encontrará un motivo, cuando salgas corriendo del salón de clases con tu mochila. Para que todos los colettes azules del planeta encuentren un motivo, todos los frascos de shampoo alineados. Para que la vida encuentre un motivo, señorita: si yo tuviera un cabello largo como el tuyo. Y una sombra pequeña.
a veces se me hace tan raro leerte... es como que siento que lo que escribes estan especialemente intimo (no se si tuyo o de quien)es tan tan extraño como sentir bien cuado rozo mi dedo herido con el filo de la mesa. son esas cosas que pasan a veces.
"...¿Quieres que te confiese una cosa? Escribir es sólo apasionante como perspectiva, como proyecto, como necesidad. El ejercicio mismo, en cambio, es fatigante, atrozmente penoso. Es una especie de masturbación maniática, que se prolonga y lo devora a uno, lo aísla de todo, lo desrealiza. Te juro que por momentos tengo la impresión de dejar de vivir. Quisiera salir, tener toda clase de aventuras, tomar trenes, barcos, hacerme gángster, guerrillero, viajante de comercio, cualquier cosa que signifique un mínimo de riesgo y tránsito físico. La vida puramente intelectual es absurda y triste, sólo admirable en los otros. En otros tiempos, uno podía escribir estimulado por ciertos espejismos: la gloria, el dinero. He leído una maravillosa frase de Balzac: "los orígenes de mi vocación, de mis libros y de mi vida, son exclusivamente pecuniarios". Pero hoy día uno escribe casi sin esperanzas, para llenar ciertos vacíos y deficiencias, para desquitarse de algo anormal. ¿Quién puede creer ahora que una novela va a cambiar algo y si así fuera, qué mierda me importa si yo no seré jamás el beneficiado? Creo que la condición intelectual privilegiada es la del estricto lector. Vive y cuando quiere coge un libro, vuela un rato, lo cierra y regresa. A mí me jode horrores vivir volando, no quiero pasarme la vida como un cometa. Estoy irritado con mi vocación, sobre todo porque ya no hay marcha atrás posible, si no tuviera tiempo para escribir me sentiría desesperado. Pero pienso que hubiera sido mil veces preferible otra vocación, menos exclusiva y tiránica, más sociable y concreta. He estado leyendo las cartas de Flaubert y no hay nada más espeluznante ni conmovedor. Es horrible llevar una vida de trapista sin creer en el paraíso." (la carta no es mía, pero no importa.)
es como que siento que lo que escribes estan especialemente intimo (no se si tuyo o de quien)es tan tan extraño como sentir bien cuado rozo mi dedo herido con el filo de la mesa.
son esas cosas que pasan a veces.
akito