aquella pésima costumbre de buscar en google los nombres de las personas que conozco... ayer encontré una web donde figurabas tú. veía la foto (63k) y pensaba: vaya. realmente me gustabas. (linda blusa, por cierto.)
tengo una grabación tuya de hace veinte años. estás en mi habitación susurrando: apaga la cámara. y ríes al decir: no he dormido bien. mira mis ojos no he dormido.
tengo un recuerdo tuyo de hace como treinta años. me gusta mi espalda dices. me gusta mi espalda aunque tengo los omóplatos muy salidos. y yo no te digo: creo en ti. como en los fantasmas que corren en el jardín creo en ti. como en los ovnis o en dios en ti. busco algo que temer porque amar es temer. pero no: amar es escribir escondido en el clóset tu nombre completo en letras pequeñas.
una prostituta en otro país me ha enviado una tarjeta de navidad. gracias por el poema me dice. mi hijo está aprendiendo a nadar y yo te he estado recordando pero poquito. yo no me acuerdo ni de su cara.
hace cien años que mi prima tania sabe multiplicar por 3. esta noche los pájaros aguantan la respiración para que salga la luna... y yo tengo ganas de poner la nariz en el enchufe.
"...¿Quieres que te confiese una cosa? Escribir es sólo apasionante como perspectiva, como proyecto, como necesidad. El ejercicio mismo, en cambio, es fatigante, atrozmente penoso. Es una especie de masturbación maniática, que se prolonga y lo devora a uno, lo aísla de todo, lo desrealiza. Te juro que por momentos tengo la impresión de dejar de vivir. Quisiera salir, tener toda clase de aventuras, tomar trenes, barcos, hacerme gángster, guerrillero, viajante de comercio, cualquier cosa que signifique un mínimo de riesgo y tránsito físico. La vida puramente intelectual es absurda y triste, sólo admirable en los otros. En otros tiempos, uno podía escribir estimulado por ciertos espejismos: la gloria, el dinero. He leído una maravillosa frase de Balzac: "los orígenes de mi vocación, de mis libros y de mi vida, son exclusivamente pecuniarios". Pero hoy día uno escribe casi sin esperanzas, para llenar ciertos vacíos y deficiencias, para desquitarse de algo anormal. ¿Quién puede creer ahora que una novela va a cambiar algo y si así fuera, qué mierda me importa si yo no seré jamás el beneficiado? Creo que la condición intelectual privilegiada es la del estricto lector. Vive y cuando quiere coge un libro, vuela un rato, lo cierra y regresa. A mí me jode horrores vivir volando, no quiero pasarme la vida como un cometa. Estoy irritado con mi vocación, sobre todo porque ya no hay marcha atrás posible, si no tuviera tiempo para escribir me sentiría desesperado. Pero pienso que hubiera sido mil veces preferible otra vocación, menos exclusiva y tiránica, más sociable y concreta. He estado leyendo las cartas de Flaubert y no hay nada más espeluznante ni conmovedor. Es horrible llevar una vida de trapista sin creer en el paraíso." (la carta no es mía, pero no importa.)