(...) aun sigues tratando de ser escritor ¿??Aun piensas que la felicidad perfecta consistiría en comer todo el chocolate que uno quiera y no empacharse nunca ¿??? Recuerda que me prometiste que si algún día venia a lima enseñarme tus ventanas pintadas de negro desde ese entonces he venido unas 4 veces a lima y tal vez si contestas ese mail esta vez me las puedas enseñar. claro esta si aun pintadas de negro ..... Ya te acuerdas de mi ¿??? Un beso Mi fono es...
quizás a ti podría pedirte que te acuestes conmigo. no como esa vez, sino de un modo más bonito: cerraríamos las ventanas y la puerta, y como hace frío y estamos desnudos y no nos conocemos bien, nos cubriríamos con todas las frazadas que encontremos, y luego tiritando nos cubriríamos con chompas y libros y toallas mojadas, porque en invierno las toallas siempre están mojadas en lima. y cuando estemos los dos dentro de nuestro refugio, tú dirás: "me da vergüenza". y yo diré: "a mí también", y te acariciaré las piernas y la boca semiabierta.
"...¿Quieres que te confiese una cosa? Escribir es sólo apasionante como perspectiva, como proyecto, como necesidad. El ejercicio mismo, en cambio, es fatigante, atrozmente penoso. Es una especie de masturbación maniática, que se prolonga y lo devora a uno, lo aísla de todo, lo desrealiza. Te juro que por momentos tengo la impresión de dejar de vivir. Quisiera salir, tener toda clase de aventuras, tomar trenes, barcos, hacerme gángster, guerrillero, viajante de comercio, cualquier cosa que signifique un mínimo de riesgo y tránsito físico. La vida puramente intelectual es absurda y triste, sólo admirable en los otros. En otros tiempos, uno podía escribir estimulado por ciertos espejismos: la gloria, el dinero. He leído una maravillosa frase de Balzac: "los orígenes de mi vocación, de mis libros y de mi vida, son exclusivamente pecuniarios". Pero hoy día uno escribe casi sin esperanzas, para llenar ciertos vacíos y deficiencias, para desquitarse de algo anormal. ¿Quién puede creer ahora que una novela va a cambiar algo y si así fuera, qué mierda me importa si yo no seré jamás el beneficiado? Creo que la condición intelectual privilegiada es la del estricto lector. Vive y cuando quiere coge un libro, vuela un rato, lo cierra y regresa. A mí me jode horrores vivir volando, no quiero pasarme la vida como un cometa. Estoy irritado con mi vocación, sobre todo porque ya no hay marcha atrás posible, si no tuviera tiempo para escribir me sentiría desesperado. Pero pienso que hubiera sido mil veces preferible otra vocación, menos exclusiva y tiránica, más sociable y concreta. He estado leyendo las cartas de Flaubert y no hay nada más espeluznante ni conmovedor. Es horrible llevar una vida de trapista sin creer en el paraíso." (la carta no es mía, pero no importa.)