mi día del padre fue bastante mejor de lo que pensaba. conocí a la nueva pareja de mi papá y en contra de todos los prejuicios que tenía me cayó bien. es bonita, además. me conmovió darme cuenta de que quería agradarnos, a mí y a ceci... escribiré más sobre eso después. otrosí, digo: me he enterado de que mi papá tiene un revolver en su casa. me lo ha mostrado. parecía de juguete. quiero decir, nunca antes había tenido un revolver en la mano y no es la gran cosa. sin embargo, hay algo, una tensión que encuentro muy emocionante en el momento en que le digo a mi papá "enséñamelo" y él entra a un cuarto y empieza a buscar en quién sabe qué cajones, y yo estoy sentado en la sala aguardando. tengo ganas de escribir mucho, muchísimo, acerca del almuerzo que he tenido con mi papá hoy. however, estoy con esa sensación que a veces me agarra de que mejor sería escribir un cuento, para entender yo mismo varias de las emociones y pensamientos que me han ocupado hoy. peut-être.
"...¿Quieres que te confiese una cosa? Escribir es sólo apasionante como perspectiva, como proyecto, como necesidad. El ejercicio mismo, en cambio, es fatigante, atrozmente penoso. Es una especie de masturbación maniática, que se prolonga y lo devora a uno, lo aísla de todo, lo desrealiza. Te juro que por momentos tengo la impresión de dejar de vivir. Quisiera salir, tener toda clase de aventuras, tomar trenes, barcos, hacerme gángster, guerrillero, viajante de comercio, cualquier cosa que signifique un mínimo de riesgo y tránsito físico. La vida puramente intelectual es absurda y triste, sólo admirable en los otros. En otros tiempos, uno podía escribir estimulado por ciertos espejismos: la gloria, el dinero. He leído una maravillosa frase de Balzac: "los orígenes de mi vocación, de mis libros y de mi vida, son exclusivamente pecuniarios". Pero hoy día uno escribe casi sin esperanzas, para llenar ciertos vacíos y deficiencias, para desquitarse de algo anormal. ¿Quién puede creer ahora que una novela va a cambiar algo y si así fuera, qué mierda me importa si yo no seré jamás el beneficiado? Creo que la condición intelectual privilegiada es la del estricto lector. Vive y cuando quiere coge un libro, vuela un rato, lo cierra y regresa. A mí me jode horrores vivir volando, no quiero pasarme la vida como un cometa. Estoy irritado con mi vocación, sobre todo porque ya no hay marcha atrás posible, si no tuviera tiempo para escribir me sentiría desesperado. Pero pienso que hubiera sido mil veces preferible otra vocación, menos exclusiva y tiránica, más sociable y concreta. He estado leyendo las cartas de Flaubert y no hay nada más espeluznante ni conmovedor. Es horrible llevar una vida de trapista sin creer en el paraíso." (la carta no es mía, pero no importa.)