
natalie y francesca han venido a la casa y se han quedado a dormir, desde el domingo hasta hace un ratito en que las han recogido. hemos pasado mucho tiempo juntos... ayer, por ejemplo, después del almuerzo fuimos a hacer algunas cosas: me acompañaron a matricularme en la alianza francesa —las clases comienzan pasado mañana— y luego fuimos hasta barranco, al parque ese que han construido lleno de figuras de animales y que yo imaginaba mucho más grande. pero a ellas les gustó. como a las 5pm se aburrieron, pero en vez de regresar directamente les pregunté si no querían pasear un momento por el malecón. estaba oscureciendo y hacía mucho frío y no había nadie en las calles. yo caminaba llevando a cada una de la mano, abrigadas como si fueran pequeños paquetes, con sus capuchas tapándoles las cabezas y el viento muy fuerte y el mar muy lejos. olía a sal. a francesca le gustó tanto que quiso bajar hasta la playa... a mí no me daban ganas: es una lata de media hora al menos, y luego hay que subir, y estaba haciéndose de noche y yo nunca había bajado a la playa desde esa parte y me daba flojera pero a la vez pensaba: por qué diablos no vamos a ir, si ella lo desea tanto. acaso solamente porque yo no quiero y porque nací antes? natalie también quería. ambas me dijeron que no les importaba tener que hacer toda la subida después.
encontramos una escalera y descendimos, y mientras andábamos por esa vereda angosta al lado de la pista, que lentamente baja hacia la playa, y mientras los carros con sus luces encendidas parecían venir directamente hacia nosotros y el viento nos congelaba la nariz, yo pensaba cosas. el sonido del viento era tan fuerte que apenas podía escuchar a mi costado a francesca, cantando para sí misma durante esa caminata en la que nadie dijo nada. no sé qué cantaba, y yo seguía pensando: algo así debe ser la felicidad. bajar hacia el mar con el viento en contra, mientras alguien canta. descansamos en un paradero de ómnibus, cruzamos la pista luego de un buen trecho —"¡rápido para que no te chanque un carro!","¿cómo se dice 'para que no te chanque un carro' en francés?", "¡mira, el mar!"— y llegamos a la playa. el agua brillaba, la arena estaba asquerosa, los tablistas regresaban empapados a sus autos en medio de la oscuridad y nosotros caminamos hacia la orilla e hicimos cosas inútiles como escribir nuestros nombres en la arena mojada. y había huellas, huellas de pies descalzos a nuestro alrededor mostrándonos caminos.

