qué curioso. cuando terminó elephant, hace unas tres horas, pensé que se trataba de una gran película. salí del cine muy conmovido y todo eso. el chongo es que luego aproveché para entrar a crisol y comprarme ese libro de trackl que yo había visto la vez pasada —al final me compré uno de rilke, que estaba más barato— y rapidito, rapidito me olvidé de la película. se me ha escapado al toque, ya no hay mucho que yo pueda sentir por ella en estos momentos, como sí me ha pasado con otros filmes. o sea que la película no es tanto, o yo no soy tanto. nunca quedarse con las primeras impresiones. de cualquier modo hay muchas cosas admirables en el filme... y está hecho con amor: algo bien raro en esta época. (yo quería escribir una reseña larga, larguísima acerca del filme, hablando por ejemplo de cómo ese seguir obsesivo de la cámara para con sus personajes, esa fijación, resulta para mí un intento de encontrar un por qué, de hallar aquella fracción de segundo en que aparece el crac, o aquel punto de no-retorno. pero me da flojera ya, no me alcanza para tanto el entusiasmo.) jonathan rosenbaum califica la película de "obra maestra" pero le ve algunos defectos, algo que no es raro en él. me pregunto qué entenderá este tipo, absolutamente versado y culto, y honesto, como obra maestra... quizás vaya a verla de nuevo. el diseño sonoro es bárbaro, por cierto.
"...¿Quieres que te confiese una cosa? Escribir es sólo apasionante como perspectiva, como proyecto, como necesidad. El ejercicio mismo, en cambio, es fatigante, atrozmente penoso. Es una especie de masturbación maniática, que se prolonga y lo devora a uno, lo aísla de todo, lo desrealiza. Te juro que por momentos tengo la impresión de dejar de vivir. Quisiera salir, tener toda clase de aventuras, tomar trenes, barcos, hacerme gángster, guerrillero, viajante de comercio, cualquier cosa que signifique un mínimo de riesgo y tránsito físico. La vida puramente intelectual es absurda y triste, sólo admirable en los otros. En otros tiempos, uno podía escribir estimulado por ciertos espejismos: la gloria, el dinero. He leído una maravillosa frase de Balzac: "los orígenes de mi vocación, de mis libros y de mi vida, son exclusivamente pecuniarios". Pero hoy día uno escribe casi sin esperanzas, para llenar ciertos vacíos y deficiencias, para desquitarse de algo anormal. ¿Quién puede creer ahora que una novela va a cambiar algo y si así fuera, qué mierda me importa si yo no seré jamás el beneficiado? Creo que la condición intelectual privilegiada es la del estricto lector. Vive y cuando quiere coge un libro, vuela un rato, lo cierra y regresa. A mí me jode horrores vivir volando, no quiero pasarme la vida como un cometa. Estoy irritado con mi vocación, sobre todo porque ya no hay marcha atrás posible, si no tuviera tiempo para escribir me sentiría desesperado. Pero pienso que hubiera sido mil veces preferible otra vocación, menos exclusiva y tiránica, más sociable y concreta. He estado leyendo las cartas de Flaubert y no hay nada más espeluznante ni conmovedor. Es horrible llevar una vida de trapista sin creer en el paraíso." (la carta no es mía, pero no importa.)