¿para qué retomar un blog abandonado durante tanto tiempo? (encuentro fascinante constatar que muchas de las entradas ya no me representan: césar 2004, qué distinto eres del césar 2007).
tampoco tanto, no te alucines.
cállate. cosas que sucedieron en tres años: dos cosas, que en realidad no son cosas. mi estancia en la india, gracias a la beca de la unesco -yo tendría que haber publicado ya un libro agradeciéndoles el apoyo económico y etc.- y romy. romy. ambas cosas que no son cosas me modificaron, supongo. supongo que para bien, además (gracias).
Y por fin la mirada en este viaje que yo anduve esperando resultó ser la mirada de hambre de un perro escuálido. El perro miró en mis ojos sin hacerse esperanzas y en mis ojos con todas las secretas esperanzas. Me miró como una niña gorda con su vestido blanco que sueña con la tarde del baile. La tarde en que todos los espejos se levantarán para aplaudirla. Medio pan para ti, medio pan para mí. Gracias tío. Y chau.
se me ocurren un montón de razones para retomar esto. pero no diré ninguna, puesto que la principal es oscurosa, oscurosa. así nomás retomo este blog.
"...¿Quieres que te confiese una cosa? Escribir es sólo apasionante como perspectiva, como proyecto, como necesidad. El ejercicio mismo, en cambio, es fatigante, atrozmente penoso. Es una especie de masturbación maniática, que se prolonga y lo devora a uno, lo aísla de todo, lo desrealiza. Te juro que por momentos tengo la impresión de dejar de vivir. Quisiera salir, tener toda clase de aventuras, tomar trenes, barcos, hacerme gángster, guerrillero, viajante de comercio, cualquier cosa que signifique un mínimo de riesgo y tránsito físico. La vida puramente intelectual es absurda y triste, sólo admirable en los otros. En otros tiempos, uno podía escribir estimulado por ciertos espejismos: la gloria, el dinero. He leído una maravillosa frase de Balzac: "los orígenes de mi vocación, de mis libros y de mi vida, son exclusivamente pecuniarios". Pero hoy día uno escribe casi sin esperanzas, para llenar ciertos vacíos y deficiencias, para desquitarse de algo anormal. ¿Quién puede creer ahora que una novela va a cambiar algo y si así fuera, qué mierda me importa si yo no seré jamás el beneficiado? Creo que la condición intelectual privilegiada es la del estricto lector. Vive y cuando quiere coge un libro, vuela un rato, lo cierra y regresa. A mí me jode horrores vivir volando, no quiero pasarme la vida como un cometa. Estoy irritado con mi vocación, sobre todo porque ya no hay marcha atrás posible, si no tuviera tiempo para escribir me sentiría desesperado. Pero pienso que hubiera sido mil veces preferible otra vocación, menos exclusiva y tiránica, más sociable y concreta. He estado leyendo las cartas de Flaubert y no hay nada más espeluznante ni conmovedor. Es horrible llevar una vida de trapista sin creer en el paraíso." (la carta no es mía, pero no importa.)